20 de noviembre de 2017

Al descubierto.

"Esta es una noche perfecta para escribir un poco" y así noche a noche durante tres meses y medio. Siento la ausencia, de verdad que lo siento, sobre todo porque soy consciente de que a principios de año me propuse escribir cada mes. Sin embargo, admito que he estado muy abajo emocionalmente hablando durante estos dos últimos meses y que quizás no era el mejor momento para escribir.
El otro día empecé a escribir algo así:

"Creo que he empezado este texto entre cien y doscientas veces. Ninguna (y cuando digo ninguna lo digo de forma literal) me ha llenado, no me he sentido cómoda escribiendo esto y por eso lo he dejado cien veces a medias, sin acabar. Escribir, para mí, muchas veces ha sido cuestión de inspiración, de que llegara el momento adecuado, pero desde hace un tiempo no hay nada que me inspire a este nivel y es más cuestión de esfuerzo que de otras cosas. 

Hace un tiempo que me siento estancada, estancada a todos los niveles y así de estancada se ha quedado mi escritura.

Cuando empecé el curso me propuse que este año todo iba a cambiar, pero tres meses (todo septiembre, todo octubre y lo que llevamos de noviembre) después puedo decir que sí, todo ha cambiado, pero seguimos igual. A veces los pequeños cambios llevan a grandes cambios, pero otras los cambios son inapreciables en la vida general. "

A día de hoy vengo a hablaros de esos pequeños cambios y lo que conllevan. Sorprendentemente, todo lo que llevaba dentro estos dos últimos meses conseguí sacarlo, en cierto modo, en estos dos últimos días. Sí, dos meses en dos días, quizás suene un poco a locura, pero hoy me siento feliz, cansada, sí, pero feliz y eso llevaba mucho tiempo sin decirlo.

Cudillero, Asturias. Calma. 

En estos dos meses aún me pesaba un poco la falta de toda esa gente que me acompaña cada verano y todo lo que me llevo de cada uno, me pesaba porque, como ya he dicho más veces, sigo sin sentirme "en casa" aquí a pesar de llevar casi toda la vida por esta tierra, seguía sin encontrar a personas con las que ser yo, con las que mostrarme en confianza.

Como todo, creo que la vida se basa en rachas, estabilidad con bajones y subidas, lo importante es saber hacer frente a todo ello. Esto es algo que no he sido capaz de aprender nunca, siempre he sido de quedarme mucho tiempo en los bajones y no sacarle partido a las subidas, pero he decidido (cuánto me dure ya es otro tema) intentar cambiar eso y por esta razón me he decidido a escribir hoy, a abrirme, para recordarme cuando caiga que también se puede estar arriba, que también se puede estar bien.

En una semana vuelvo al hospital, a la rutina de las pruebas y demás y, aunque después de algo más de cuatro años en que las visitas han llegado a hacerse semanales debería estar acostumbrada, sigo nerviosa. Nerviosa por el qué pasará (y eso que sé que ya no hay nada más que revisiones) y sí, quizás esto también sea una razón para escribirlo. En cierto modo tengo miedo, miedo a no saber salir del aquí y ahora, a limitarme a pensar en pasado y no abrirme al futuro, futuro del que he borrado a mucha gente por miedo a hacernos daño o, quién sabe, quizás a hacérmelo a mí. Creo que siempre he vivido con miedo, un miedo irracional y una falta de capacidad para mantener a la gente a mi lado, miedo a que por una vez que te hagan daño todas vayan a ser así.

Soy consciente de que a día de hoy estoy donde estoy no solo por quien soy, sino por la gente que me ha acompañado a lo largo del camino, pero también soy consciente de que de este camino he echado a mucha gente que se merecía estar y quizás no haya dejado a nadie de verdad. Por eso quiero agradecer con el corazón a quien ha entrado y no se ha ido, a quien a pesar de los gritos, cabreos, ataques de ansiedad, inseguridades y demás, ha permanecido.

En estos dos meses he de admitir que ha llegado a mi vida gente que ha cambiado mi forma de mirar, personas que me han hecho reír a carcajadas (aunque también he llorado, lo admito), luchar por lo que creía y seguir adelante para llegar a lo que en estos dos días creo que he podido demostrar que puedo llegar a ser. De estas personas tan bonitas quizás ninguna lo lea, pero si vosotros lo leéis, quizás os sirva para apreciar a quienes tenéis a vuestro lado y puede que no se os haga tan tarde como se me hizo a mí, porque sí, pedir perdón es bueno, pero dar las gracias, a mí, me resulta increíble. Quiero seguir luchando mano a mano, conseguir ver que el camino tiene piedras, sí, pero que quizás no hay por qué sortearlas solos (oye, que algunas sí, tampoco hay que exagerar...) y quiero, por fin, ser feliz.

G R A C I A S.

3 de agosto de 2017

Corto.

Hoy siento que estoy de más, que estorbo y sobro, que no soy suficiente. Vuelvo a estar de bajón, hacía tiempo que no lo estaba, pero ya cansa. Quiero que alguien me coja por los hombros y me diga que todo va a ir bien, que me espabile y, si es necesario, me abrace, que ya hace tiempo que no me abrazan en condiciones.

Soy una persona que se satura fácilmente, que quizás no está preparada para enfrentarse a todas las hostias que le depara el camino, pero lo intenta y lo intentará siempre. Las relaciones, tanto de amistad como de pareja me saturan bastante; soy tóxica para todo el mundo, pero en especial para mí, siempre pienso que todos los demás son demasiado buenos y yo demasiado poco. No soy capaz de aguantar conviviendo con alguien más de unos días, luego me matan la costumbre, el orden y las normas y luego me quiero alejar de nuevo. Me cuesta mantener a alguien a mi lado y, quien permanece, se acaba marchando con el tiempo. Estoy en uno de esos días en que le doy vueltas a todo, cuando todo me sobrepasa y al final no soy capaz de pensar en nada concreto. Me veo con gente a mi lado y, a la vez, totalmente sola, no encuentro el apoyo en quien lo necesito y quien me apoya no está cerca.

Me alejo, me alejo y me vuelvo a alejar. He vuelto a dejar de lado las risas, el quererme y querer a los demás, ya no sé qué será de eso. Hace apenas una semana estaba dejándome querer, riéndome de más y queriéndole a él, queriendo a un imposible como sucede una y otra vez. ¿Alguna vez parará? ¿Pararé de caer en picado cuando estaba en lo más alto? No lo sé y creo que nunca lo sabré.
Quiero volver a quererme, quiero volver a ser esa niña que reía por lo más mínimo y a la que no costaba siglos sacarle una sonrisa. Quiero, quiero, te quiero, pero sobre todo a mí.

10 de julio de 2017

Sol(edad).

"No digas que me necesitas cuando te vas y me dejas sola otra vez"
Llegaste de casualidad y parece que has querido quedarte. Soy horrible a la hora de conocer a alguien, al principio me ilusiono como un crío a la hora de abrir los regalos de reyes y luego me aparto, me decepciono y vuelvo a ser yo misma con mis pensamientos. Lo admito, sí, me cuesta abrirme y, a la vez, soy una persona con facilidad para hablar con la gente, al menos al principio. Se dice que los principios son complicados, pero no hay intermedio o final en el que no la cague, siempre por miedo. 

Este año me he reafirmado en "eliminar" a la gente tóxica de mi vida, pero aun así he dado demasiadas segundas oportunidades, o terceras, si hablásemos con propiedad. Durante este año también he conocido a personas que se han hecho verdaderamente importantes para mí, dos o tres, tampoco os creáis que muchas más y sí, ha aparecido el miedo a perderlas. Puede parecer una tontería, pero a lo largo de mi vida me he visto sola en más situaciones de las que puedo contar de memoria y he llegado a pensar que no estoy hecha para esto de la amistad; aparto a la gente de mi vida, me agobio e intento evitar que luchen por mí porque, desde mi punto de vista, no merece la pena. 

Hace un par de años descubrí que había personas dispuestas a quedarse, que habiendo visto lo peor de mí iban a luchar igual, que iban a seguir a mi lado. Estas personas me demostraron qué era la amistad y aunque sigo teniéndole respeto a lucha por alguien, he aprendido que en ocasiones merece la pena, que a pesar de darte el golpe mil y una veces, te puedes levantar otras tantas y, si no, te ayudarán a levantarte. 

Creo que es el momento perfecto para luchar por ti, para intentarlo antes de que sea demasiado tarde y el miedo vuelva, miedo a que te acerques demasiado a cómo soy en realidad y al final huyas, dejándome sola y con más dolor que ganas. No me dejes cancelar los planes, oblígame a seguirlos y a buscar otros nuevos, no me dejes en casa, sola de nuevo, con mi miedo; he huido demasiadas veces de mí misma por miedo a que se alejen de mí, he cancelado planes de los que tenía ganas, me he quedado en casa días y días totalmente sola, conmigo misma y lo que pienso, muriéndome por dentro. Me he esforzado, lo prometo, ahora de cada veinte planes te cancelo quince, pero al menos voy a cinco porque te quiero conocer, quiero perder el miedo a confiar en alguien y que sea más efímero que lo que sentí por él, o que siento, nunca lo sabré. He aprendido a creer en mí y quizás, solo quizás, haya ganado un poquito de autoestima y por ello soy capaz de decírtelo así, porque a través de una pantalla, sin vernos, siempre fue más fácil, pero es hora de salir, enfrentarse a una realidad en la que yo soy alguien más, una persona que quiere confiar y no escapar, querer y no temer, reír y no llorar. En cierta forma, esto es un grito a la libertad, a permitirme ser quien soy y sí, seguir teniendo miedo, pero un miedo razonable. Quiero conocerte, permitirme confiar y, si decides seguir a mi lado, dar lo mejor que tengo para demostrarte que me importas. Gracias por permitirme entenderlo, por darme la fuerza y las ganas para intentarlo. Que nadie nos frene, seamos quiénes seamos, mejor ser uno mismo. 

28 de junio de 2017

Locuras y tú.

"Aren't you something to admire, 'cause your shine is something like a mirror.

And I can't help but notice, you reflect in this heart of mine"- Mirrors, Justin Timberlake.

No sé siquiera cómo empezar a escribir esto, pienso que es una pequeña locura que ha pasada por mi cabeza de forma repentina, pero necesitaba expresarla. Llegaste a mi vida de casualidad y nunca esperé que lo hicieras con tanta fuerza. La verdad es que me has dejado sin palabras, pero también con las ganas. A veces me sorprendo con cómo otras personas parecen conocerme más de lo que yo misma lo hago, me advirtieron de que iba a caer, de que me ibas a impactar y, sorprendentemente, no se equivocaron. Desde la primera palabra me resultaste una persona curiosa, con mucho que contar y pocas palabras. 

No sé cómo describirlo, pero me gustaría tumbarme una tarde a tu lado, ver cómo anochece y perdernos mientras contamos las estrellas. Desde el primer día añoro tu tatuaje, me muero por recorrerlo palmo a palmo con cada dedo o, mejor aún, a besos lentos. Quiero escucharte, dejar que hables sin prisa, sin miedo y con ganas, perderme en tus palabras y dejarme llevar por lo que siento, por una vez y sin que valga de precedente.

Cada día que faltas te echo un poco de menos, nadie me supo decir qué era lo que debía sentir, pero siento que me cuesta respirar un poco más de lo habitual, que no sales de mi mente y que te pienso con cuidado. Quiero abrazarte fuerte, no soltarte y decirte bajito lo necesario que me eres; quiero revolverte el pelo, ver cómo el flequillo se te mueve de un lado a otro y cómo te molesta cuando se te mete en los ojos (te hace adorable, aún más si cabe); quiero verte reír sincero y quitarte la gorra bajo la que te escondes.


Lo dije al principio, esto es una pequeña locura, un texto cortito de lo que en tan poco tiempo has pasado a ser o, mejor dicho, significar para mí. A día de hoy soy más yo gracias a ti y espero que algún día seamos en plural, porque nos lo merecemos. 

9 de junio de 2017

Respirar.

Vuelve a contar diez, respira…

He escrito poesía sobre ti y mira que se me da mal, los versos no rimaban, la métrica se descuadraba, las palabras bailaban sobre el papel, pero seguías siendo tú. Tú no eres poesía, tampoco lo soy yo, para qué engañarnos, somos mucho más que eso, somos sentimientos inexplicables con palabras, sentimientos que se inspiran y se espiran cada vez que alguien camina por Fuencarral.

Te he pintado, eso tampoco se me da bien: la cabeza me salía más grande que el cuerpo, mucho más grande; los ojos descentrados, uno ligeramente más grande que otro; la boca torcida, un poco en medio sonrisa otro poco con restos de tristeza; tenías la tripa grande, sin esos abdominales que tanto te gustaba enseñar; la pierna, roja, restos de la dermatitis que te persigue desde niño… En fin, no eres Adonis, pero tampoco soy yo Afrodita y, para mí, eres perfecto así, más humano, precioso por fuera y por dentro, sin complejos, sin temores.

No sé cuántas veces ya te he soñado, he soñado tu sonrisa y tus carcajadas, tu forma de cuidarme y cuidar de los demás, tu forma de decir siempre que estás bien aunque no puedas contigo mismo, tu forma de dejar que te quiera tan poquito a poco… He soñado. Me he dado cuenta de que te sueño demasiado, de que te pienso en exceso y te veo muy poco, demasiado poco.
Se acabó. Puede que de ahora en adelante te piense de vez en cuando, te pinte en ocasiones y escriba sobre ti, pero se acabó la forma tóxica en que lo hacía. Lo he decidido, no quiero depender de nadie si no es de mí, creo que me lo merezco.

Playa de Salinas, Asturies. 
He aprendido que para que alguien me quiera, primero tengo que aprender a quererme yo, aunque sea solo un poquito, que el resto viene solo. No sabéis lo que me ha costado entenderlo, he tenido que sacar a un montón de gente tóxica de mi vida o, al menos, he tenido que dejarlas de lado. Creo que este punto, apartarse de la gente tóxica, es fundamental a la hora de aprender a entendernos a nosotros mismos; también sé que es un punto complicado, puede que a veces ni siquiera seamos conscientes del perjuicio que ciertas personas nos causan, aunque sea sin querer. Ahora que he acabado el curso, al menos de forma oficial, tengo tiempo para pensar y echar la vista atrás. Empecé septiembre con ganas, ganas de luchar por lo que creía merecerme, pero sin ganas de hacerlo sola; tenía a mi lado a personas, demasiadas incluso, pero me sentía querida, cuidada y “a salvo”. He acabado mayo hasta las narices, cansada de luchar contra corriente y de hacerlo sola, pero he aprendido que puedo ser más fuerte de lo que pensaba. He encontrado en unas pocas personas a “mis personas”, personas que han demostrado que no importa lo hasta el cuello que esté con mis problemas que van a estar ahí. Creo que ahora me entiendo un poco mejor, quizás sea incluso más fuerte emocionalmente hablando, pero siempre había alguien en quien pensar y que se convertía en mi debilidad. He aprendido que las debilidades también pueden convertirse en puntos fuertes si sabes cómo vivir con ellas, si las admites y las aceptas. En este curso he “echado” de mi vida a personas que creí muy importantes, personas en las que deposité confianza ciega y que cuando las he necesitado no han movido un dedo por mí. ¡No sabéis lo bien que sienta!

En fin, este texto ha dado mil vueltas, empecé hablando de ti y acabé hablando de mí. Sigue el orden, o mejor dicho el desorden, de mi cabeza; es igual de extravagante.


He contado diez, mil veces, pero sigo bloqueándome a la hora de respirar. Tendré que contar otras mil, o diez mil, las que hagan falta, pero aprenderé a respirar al igual que me he enseñado a creer en mí, a quererme. 

Os dejo aquí el enlace a un relato que ha escrito una personita muy especial (@altibajxs_ en Twitter). Con él ganó el concurso de su instituto y la verdad es que, desde mi humilde opinión, merece ser leído. Espero que os guste tanto como a mí: 

Gracias una vez más por seguir aquí, publique cuando publique. 

15 de mayo de 2017

Estos cinco meses.

A principios de año me propuse llevar un diario, un poco a mi manera, pero un diario al fin y al cabo. Me duró quince días y lo dejé hasta hace menos de una semana. Curiosamente, cuando menos tiempo tengo más ganas me entran de escribir y más inspiración me llega (o lo que es lo mismo, ahora, en plenos exámenes...). Este "diario" y mis objetivos para este año han ido cambiando con el tiempo, quizás porque aunque sea poco algo he madurado en este tiempo o quizás simplemente porque tenía que pasar. No sé por qué desde que empezó el año todo ha sido un poco extraño, cambiante, aleatorio... En cinco meses he cambiado y me han cambiado, pero sigo siendo la misma persona o, al menos, eso creo. Han sido cinco meses en los que he dejado de ser yo, he tenido que aprender a querer(me), a anteponer mis prioridades a las de los demás, a dar más por mí de lo que había dado antes; cinco meses en los que he sacado a gente tóxica de mi vida, personas que siguen estando en mi vida pero alrededor de las cuales ya no gira todo. Por otro lado, he aprendido a valorar las cosas buenas que me rodean, he aprendido a valorar los pequeños detalles de cada día e incluso he aprendido a valorarme a mí. 
Adei. 14/05/2017

Desde que tengo uso de razón he sido una persona muy negativa, que tiende a ver lo malo antes que lo bueno, una persona que cuando algo le sale bien cree que es porque algo malo está a punto de pasar... Así siempre. Hace unos meses conocí a alguien que me hizo ligeramente más positiva, una persona que siempre está ahí para hacerme reír idiotez a idiotez, una persona tan negativa como yo que me ha hecho ver que si caemos, lo haremos juntas. En estos diecinueve años de vida mi concepto de amistad ha ido cambiando y durante un gran periodo de mi vida puedo decir que admití no tener ningún amigo de verdad. A día de hoy creo que he encontrado a verdaderos amigos, personas que han ido apareciendo a lo largo de mi vida y que han hecho lo posible para quedarse aun cuando yo intentaba echarlos día a día. ¿Sabéis lo curioso? Que no me he dado cuenta hasta estos últimos cinco meses, así que supongo que eso significa que he vuelto a cambiar mi concepto de amistad. Si habéis llegado hasta aquí, si habéis conseguido leer todo esto, quiero que antes de que continuéis os paréis a pensar qué es la amistad para vosotros y cómo ha ido cambiando el concepto con el tiempo.

Voy a ser sincera, en abril pasé una mala racha, muy mala. Dejé de ser yo en todas las maneras y lo único que quería era salir de aquí, escapar. Llegué a un punto en el que todo lo que me gustaba no me llenaba, solo quería que pasasen las horas y con ellas los días, las semanas y los meses; un punto en el que a mi modo de ver las cosas nada, absolutamente nada merecía la pena. Así me fue, 4 exámenes, 3 suspensos, aún más falta de ganas; jugando al volley no quería ni esforzarme; en los idiomas dejé de tener ganas de esforzarme... Lo di todo por perdido, no luché por nada, ni siquiera por mi familia e incluso ellos me dieron por perdida a mí. No he salido del todo de este punto, he querido cambiar y me he chocado con la realidad de la rutina y, de nuevo, con exámenes a los que enfrentarme, pero afortunadamente estoy menos perdida que al principio. He aprendido a creer un poco en mí, a permitirme fallar y a que me lo permitan, a que no siempre por dar el 100% se obtienen los resultados que quizás crees merecer y que no pasa nada por no obtenerlos, que existe una segunda oportunidad y que lo importante es levantarse, sin importar las veces que tropieces y te caigas. 

Tengo que dar las gracias a las personas que me han acompañado en este viaje, las personas que me han visto caer en picado y pese a todo me han dado la mano para ayudarme a salir del vacío en que había caído. Creo que aunque todo empieza en nosotros, en quererse a uno mismo, luchar por uno mismo y creer en uno mismo, seríamos incapaces de seguir adelante (al menos de la misma forma) sin alguien que nos quiera, luche y crea en nosotros. Tenemos que buscar nuestro punto de apoyo, es verdaderamente importante encontrar algo o alguien que nos haga capaces de ver que merece la pena intentarlo, que aunque lo creamos no todo está perdido. Sé que a veces esto es difícil, por eso escribo esto, para que ahora que me leéis, que esto aún está fresco, penséis en esas personas que están ahí cuando más lo necesitáis incluso aunque no os deis cuenta. Agradecédselo, se lo merecen. Además, me gustaría que pensarais que todos tenemos momentos malos, que nadie vive en una burbuja de felicidad y positivismo los 365 días del año, pero vosotros también podéis ser el punto de apoyo de alguien, los que le ayudéis a salir adelante aun cuando lo creen todo perdido. Todos estamos aquí por algo, todos podemos ayudarnos y es que al fin y al cabo, ser humanos, cuidarnos de vez en cuando, no es tan complicado. 

28 de abril de 2017

Musas.

Atención: Texto emocional, probablemente incoherente y poco funcional. 
Cuando musas y motivación desaparecen, ¿qué nos impulsa a seguir adelante?
Me encuentro en una de esas a las que llaman crisis existenciales: no sé quién soy, por qué estoy, cuál es mi función en el mundo... Nada, no sé nada. Hacía tiempo que no me sentía así, totalmente vacía por dentro y fuera, pero no había olvidado lo jodido que es enfrentarse a uno mismo. Hace no mucho me dijeron que para querer a los demás la cosa empieza por quererse uno mismo, pero creo que uno mismo es incapaz de quererse sin ayuda de los demás. Todos necesitamos a alguien en nuestro día, somos incapaces de vivir día a día exclusivamente en el interior de nosotros mismos ya que, de hacerlo, solo acabaríamos sumidos en una difícil oscuridad. 

A día de hoy, considero que no he conseguido salvarme, aún me da la mano la oscuridad, me arrastra tirándome del pie y pidiéndome que no dé paso al pequeño atisbo de luz que había conseguido ver o, mejor dicho, intuir. Sin embargo, tengo una pequeña musa, alguien por quien sí me molestaría en luchar, una musa por la que de vez en cuando abriría los ojos para cegarme de sol. Ojalá todos tuvierais musas, no sabéis lo bien que sientan. Pese a todo, tengo miedo, miedo de depender y ser incapaz de dejar ir, pero también incapaz de marchar. No sería la primera vez que pasa, pero probablemente tampoco sería igual. 

Para encontrar una musa hace falta equivocarse mil veces, creer haber encontrado razones en alguien y darte de bruces con la realidad cuando te creías en tu mejor momento. Las personas somos complicadas, muy complicadas y esto se debe a que cada uno de nosotros tiene sus particularidades y lo que a ti puede parecerte bien puede ser para mí la mayor falta de respeto. Me han prometido mil veces que estarían a mi lado cuando algo fuera mal, que no iban a ser de los que fallan a las primeras de cambio, pues bien, todo va mal, ¿dónde estáis? He gritado en silencio, me he enfrentado a mí misma, el peor de los monstruos, he llorado e incluso he desaparecido. Ya no soy yo. ¿Dónde están? Nunca aparecieron. 

Si hay algo que me resulta verdaderamente molesto, si es que se puede clasificar así, son las palabras vacías, promesas resquebrajadas que no tardan en romperse. De verdad, es más fácil que todo eso, sed sinceros. A veces gusta saber a quién vas a tener en las buenas pero no en las malas, para que el golpe sea menos, ¿sabéis? Yo estoy en ese punto de no retorno, aquel en el que intento alejar a la gente tóxica de mi vida y recordar que si estoy aquí ha de existir un porqué. No voy a negar que encontrarme está siendo duro, todos saben que las cosas malas nunca vienen solas, pero también es cierto que detrás de ello lo bueno está por aparecer. De momento voy a agarrarme a mi pequeña musa, a esas personas que me han estado demostrando durante este tiempo que a pesar de lo que crea no soy del todo tóxica, a esas personas que, sin quererlo, me están salvando, me están dando tiempo. A esas personas, gracias. 

16 de marzo de 2017

Desafío emocional.

Soy un desastre. Puede gustarte más o gustarte menos. Puedes quedarte o largarte. Tú decides. 
Hace un tiempo que no sé quién soy, estoy perdida en mí misma y sigo sin encontrarme. Hace un par de días me preguntaron si estaba bien, que tenía mala cara y aunque no lo estoy mi respuesta automática fue decir "sí". No sé por qué lo dije, quizás tengo miedo de decir cómo me siento y que sea peor soltarlo que guardármelo para mí. Hoy he vuelto a hacerlo, a esconderme debajo de una coraza abollada de golpes y golpes. 
 
El problema es no saber en quién confiar, saber que aquello que cuentes puede ser un arma de doble filo y volverse contra ti y, lo peor, que no solo es lo que cuentes sino también a quién se lo cuentes. Llevamos dos meses y medio de año y puedo decir que en mi vida no siguen los mismos que empezaron. Han sido unos meses llenos de altibajos y el hecho de que sea difícil estar conmigo ha hecho que muchos hayan decidido largarse, como siempre. No voy a mentir, me jode que personas a las que quiero y he querido con todo mi corazón no apuesten por mí, que lo intenten unos meses y que cuando caigo en picado en vez de agarrarme ya no estén ahí. Soy muy inocente, confío en todo el mundo y creo que todos tenemos algo bueno en nuestro interior, pero cada día me canso más de dar segundas o terceras oportunidades. Tengo moratones emocionales y estoy cansada, cansada de luchar contra imposibles que no van a luchar conmigo. A pesar de todo, he descubierto en gente que no esperaba lo especial de las personas, el hecho de que existe un amistad más allá del sacar provecho uno del otro en plan simbiosis y eso, eso tiene un valor fundamental. He encontrado a personas que sí se preocupan de cómo estoy, que no solo preguntan por obligación, personas que hacen de mis días malos un poco menos malos y que estoy segura de que algún día lograrán hacerlos buenos. La verdad es que he aprendido a no esperar nada de nadie, me he cansado de que mis amigos digan el "de buena es tonta" y me miren condescendientes.

Lo que quiero decir es que sé que no soy una persona fácil de llevar, siempre quiero dar lo mejor de mí y muchas veces no me considero suficiente por lo que tiendo a apartarme y si alguien no me pide que vuelva simplemente no lo haré. Soy ese tipo de persona con el que lo intentas 27 veces, te rindes a la 28 y a la 30 hubiese caído, pero simplemente no lo has intentado lo suficiente. Cuento con los dedos de una mano a los que de verdad se han esforzado por mantenerme en su vida y son personas a las que jamás estaré lo suficientemente agradecida. Sé también que he de poner de mi parte y quien me conoce sabe que lo hago a pesar de que me cueste, que puedo intentar hacerte sonreír hasta en el peor de los momentos, pero que también sé ser seria cuando se trata de algo importante. Soy una persona que defiende que las relaciones sociales no son fáciles, quizás porque tiendo a abrirme a la gente demasiado pronto y luego los golpes son aún más duros; pero soy como soy y repito, puedes quedarte o largarte, pero si vas a preguntar "¿cómo estás?", que sea porque de verdad te interesa, porque has llegado para luchar, has llegado para quedarte.

5 de marzo de 2017

Llegará(s)


            No es fácil ver que eres reemplazable, saber que cuando te vas de un sitio algo o alguien ocupa tu lugar y que la mente de las personas a las que dejas atrás está en cualquier lado menos en ti, que aunque tú por dentro no puedes hacer otra cosa que pensar en ellos, no es algo recíproco. Por esta razón he aprendido a disfrutar de los momentos en los que pareces importante, porque puede que estas personas no lo hagan queriendo, sino que simplemente necesitan ocupar su mente en algo que sigue ahí y no en alguien que ya no está y eso no significa que no les importes, sino que hay algo “mejor” en ese momento. Bueno, a lo que iba, que me desvío… He aprendido a disfrutar de cada momento, especialmente de aquellos con las personas que en algún instante me han demostrado que les importo, pero todos tienen algo de especial, incluso las eternas horas de clase en la universidad, prometido. 
 
            La verdad es que parece complicado, a veces le damos tantas vueltas al “esto se acaba” que nos olvidamos de lo que verdaderamente estamos viviendo y sí, puede que mañana haya que dejar todo esto atrás, pero mañana no es hoy y de poco sirve echar a perder aquel que podría haber sido un gran día. No sé si es porque soy rubia o qué, pero a mí esto me ha llevado su tiempo entenderlo, antes me podía pasar horas llorando pensando en que se acababa en vez de ahorrarme esas lágrimas para las horas siguientes en las que verdaderamente todo ha acabado. A día de hoy trato de sacarle una sonrisa a aquel que se encuentra en esa situación, demostrar que aún quedan momentos buenos por vivir y que aunque todo acabe, no lo hace hasta que se dice “adiós” por última vez y sí, matizo ese “por última vez” porque soy de esa clase de personas que puede despedirse de alguien treinta veces antes de marcharse de verdad, por si acaso.


            La verdad es que esto solo pretende ser una llamada de atención al hecho de que hay que disfrutar de nuestra vida, que los momentos son irrepetibles y nunca podemos saber cuándo vamos a volver a disfrutar como críos de nuestra vida. Cada momento es especial, ya sea esa sonrisa medio forzada a las ocho y media de la mañana cuando entras por la puerta de clase y te saludan o esa caricia que te dejó los pelos de punta durante días cada vez que la recordabas, ese día en el gimnasio en el que quisiste impresionar a alguien o esa comida con esos amigos a los que hacía tanto tiempo que no veías… Ya os digo, cada instante tiene un poco de nosotros mismos y no seríamos quienes somos de no vivir como lo hacemos. No podemos quedarnos con las lágrimas y el tan conocido por todos “y si…”, quedémonos con los abrazos, las risas de las cuatro de la mañana y las seis de la tarde, los amigos, las caricias… Quedémonos con lo que importa y que le den al resto, que el mundo fluye y hemos de buscar a quien nos llene, nos complete y nos aporte, pero siempre teniendo en cuenta que la felicidad empieza por uno mismo y que está en nuestra mano conseguirlo.

Tenemos que aprovechar, vivir de verdad y no escondernos debajo de “posibles” e “imposibles”, que todo lo bueno acaba, sí, pero que también habrá algo mejor por llegar. Actúa.

11 de febrero de 2017

Blancas y negras.

Decisiones, qué bonita palabra y qué gran cantidad de consecuencias pueden conllevar... Pero bueno, empecemos por el principio, vamos a dejar de lado esta vez mi tan querido in media res. ¿Qué son las decisiones? 
El Diccionario de la Lengua Española nos da dos acepciones para esta palabra: 
  • f. Determinación, resolución que se toma o se da en una cosa dudosa. 
  • f. Firmeza de carácter.

La verdad es que yo no sabría definir el término, pero sí que sé que aquello que decidas te acompañará e incluso condicionará de por vida, que hay decisiones y contradecisiones y es el conjunto lo que nos hace ser quien somos. Desde mi punto de vista, arrepentirse de ciertas decisiones tomadas es lo más natural, ya que cuando nos encontramos ante una disyuntiva generalmente no sabemos qué es lo correcto y qué no, porque aunque con el tiempo nos parezca obvio, no siempre las cosas fueron tan fáciles. Sin embargo, este arrepentimiento no es algo que, como a muchos, nos deba atormentar de por vida ya que, de forma general, no podemos arreglar aquello en que se ha errado, sino que debe servirnos para intentar evitar posibles errores similares en un futuro porque sí, todos sabemos que a veces nos encariñamos demasiado con la piedra de tanto tropezar... 

En fin, la verdad es que yo solo venía a hablar de la amistad, pero en mi caso la amistad cada vez va más ligada a las decisiones y no quería dejar pasar la oportunidad de escribir una breve introducción sobre el tema. 

Sabéis, en realidad mi vida está dispuesta en forma de partida de ajedrez en la que yo juego con las blancas, perdiendo tiempo y las decisiones erróneas de mi vida con las negras, apenas desperdiciándolo. Últimamente no paso por buenos momentos, a todo el mundo le puede pasar, ¿no? En la vida se juntan temas económicos, de salud, familiares y un largo etcétera, pero cuando algo va mal siempre esperas tener a alguien, amigos o familia, en quien poder apoyarte y con quien salir, pasito a pasito, de ese lugar a veces un tanto etéreo en el que te encuentras. 



La gente dice que los amigos no se eligen, yo digo que aunque es obvio que no vas a ir obligando a nadie a tener contigo una relación de amistad, esta no solo depende de las casualidades, sino también de cómo la cuides y, en cierto modo, de las decisiones que tomes, de tus elecciones. El problema está en que a veces esos que se hacen llamar amigos no lo son tanto como predican y en esos momentos antes mencionados de necesidad, simplemente desaparecen, que puede que estén en una, en dos o en tres, pero que a la cuarta ya no estarán... Desafortunadamente, estos juegan con las piezas de las decisiones y son más abundantes en muchas vidas que los amigos de verdad y, a veces, cuesta tanto diferenciarlos que de ellos te llevas los mayores golpes. Muchas veces estas personas te demuestran su cariño durante un tiempo y luego, así sin más, encuentran a alguien a quien necesitan más que a ti y parece que eres tú el que desapareces... Es aquí donde confluyen o colisionan, si queremos hablar con algo más de propiedad, amistad e interés, personas que buscan siempre el bien propio frente al de los demás y que a veces, en estos momentos de debilidad, buscan destacar. No necesitáis grandes ejemplos... ¿Quién no ha tenido en su vida a esa persona que solo hablaba cuando tenía necesidad de algo: apuntes, dinero, fotos... cualquier cosa, en serio (y remarco el solo, que quede claro)? ¿Quién no se ha encontrado con personas que se quejan de que nunca habláis pero luego no es capaz de iniciar una conversación normal contigo en meses? ¿Quién no se ha encontrado con alguien que cuando te encuentras mal lleva todo a su terreno haciéndote entrever que él está ante algo peor? ¿Quién? 

En fin, parece difícil encontrar a un amigo que verdaderamente valore la amistad por encima de todo lo demás, pero afortunadamente aún existen este tipo de personas, personas que realmente valen oro y por las que sí merece la pena el haberse dado mil golpes, porque son personas que te curan a veces hasta sin querer. La verdad, estoy cansada de hostias, de chocarme de frente con la falsedad real de la gente, con lo que algunos son en realidad, pero todos estos tropiezos merecen la pena por esas personas que demuestran que al buscar su bien buscan el tuyo y que darían la cara por ti aun sin esperarlo. Así que recuerda, estas personas son las realmente importantes, las que si están en tu vida es por algo, no te frustres por los demás, piensa en ti mismo y en quien verdaderamente te rodea, prometo que merecerá la pena.



A esas personas especiales que estáis en mi vida, que de alguna forma habéis entrado en ella y me habéis demostrado qué es la amistad, gracias, esto es por vosotros, sois increíblemente grandes.

5 de febrero de 2017

Cambios.



“Es curioso como día a día nada cambia, pero cuando miras atrás, todo es diferente”

Ayer es ayer, hoy es hoy y es curioso ver que soy la misma persona, pero no soy igual. Puede que hoy tenga el pelo más corto, o más largo, unos kilos de más, o de menos, una arruga más, un sueño nuevo o incluso una sonrisa cuando ayer las lágrimas me inundaban. Entonces, ¿por qué esa manía de decirle siempre a alguien “no cambies”?

La vida está en constante evolución, las plantas nacen y mueren, florecen y se marchitan, ¿por qué no iba a ser igual con las personas? Sin embargo, está bien decirle a alguien que no cambie, que lo vaya a hacer ya es otra cosa, de hecho, aunque no lo pretenda, estoy casi segura de que lo hará y no por ello va a ser peor (o mejor). 

Planteaos siquiera cómo sería una vida constante, sin alteraciones, totalmente plana… ¿Es difícil? No lo veo, el simple paso del tiempo hace que nuestros cuerpos cambien, que nuestros cerebros aprendan e incluso que nuestros corazones sean capaces de amar, pero también de odiar. 

Quiero creer que cuando decimos ese “no cambies” tan frecuente no nos solemos referir a estas nimiedades, sino que solemos pensar en los cambios de personalidad, ideología, forma de ver el mundo… Pero, ¿por qué no cambiar? Los cambios son arte, ponerle ganas y valentía, pero también esperanza en que vayas donde vayas siempre va a ser a mejor porque, de momento, no conozco a nadie que quiera cambiar a peor, al menos ante sus propios ojos, lo que le parezca a los demás es otro tema; los cambios son anteponer tus opiniones a las de los demás, pensar en ti e intentar que lo que a tu gusto puede mejorarse, se mejore; los cambios son creer que se puede, luchar por lo que se quiere y entenderse a sí mismo; los cambios son tantas cosas…



Eso sí, nadie dijo que fuera a ser fácil. Cambiar es complicado, aunque esté formado de pequeños detalles… La decisión de cambiar lo que crees erróneo, equivocado o simplemente no suficientemente bueno implica, en ocasiones, renunciar a quien has sido e incluso a lo que has defendido, pero siempre se ha dicho que “quien tiene boca, se equivoca”, así que ole tú y tus narices de cambiar si es lo que quieres. Esta decisión puede que también te aleje de personas que han sido fundamentales en tu vida, pero créeme cuando digo que si no apoyan el cambio (ya no te digo que se unan a él), no merece la pena que luches por ello cuando ellos no van a luchar por ti, esto no implica que esas personas no merezcan la pena, porque creo que siempre hay algo en la gente que hace que la merezcan, sino que con tanta gente en el universo ellos no están hechos para ti; si este es tu caso, ten fe, todas las cosas pasan por algo y al igual que esas personas no eran para ti habrá otras que si lo sean, de verdad.  

Va a haber momentos durante el cambio en que te cuestionarás una y mil veces el porqué, todo motivo te parecerá poco y querrás darte por vencido, supongo que la cosa es solo seguir intentándolo y todo tendrá un final que merezca la pena y, si no la merece, tendrás otro motivo para seguir con el cambio, que todo tenga sentido. Te puedo asegurar que también habrá gente que querrá frenarte, aunque a veces sea de forma inconsciente, ten paciencia, todo llega. 

Puede que ahora mismo pienses en un gran cambio, pero no tiene por qué serlo, el simple hecho de usar maquillaje o no usarlo, de tener un tatuaje o no tenerlo, de llorar en una situación o reírte ante ella… Todos estos pequeños cambios son igual de importantes que el resto y son las ganas y el esfuerzo que pongas en ellos, en conseguir los pequeños detalles, los que marcarán tus pautas, tu camino y darán lugar a que los grandes cambios se escriban de tu mano y no de la de los demás.
No tengo más que decir, todo cambio es un gran paso sea pequeño, enorme o mediano y solo en tu mano está el intentarlo, o mejor dicho, conseguirlo. Y si, por el contrario, prefieres mantenerte al margen del cambio, en la calma, sé consciente de que hay gente que quiere intentarlo, que quiere tener un cambio en su vida y puede que para esta persona sea importante que apoyes su cambio, así que simplemente hazlo, estoy segura de que merecerá la pena.


“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo”.