6 de mayo de 2016

Sueños, la vida.

Nunca he sido una persona de mucho soñar, siempre he dormido poco y mal y en cualquier caso lo máximo que llegaba a tener eran pesadillas: monstruos que, como Mike Wazoski o Sully de Monstruos S.A., se escondían dentro de mi armario para en cualquier momento salir y asustarme.




Hace unos meses una amiga me preguntó sobre mis sueños, no lo hizo refiriéndose a aquello que quería hacer, a aquello en que quería convertirme o lograr, sino a estas imágenes que aparecen en nuestra mente mientras dormimos (o como lo define el diccionario de la lengua española en su versión online: Sucesos o imágenes que se representan en la fantasía de alguien mientras duerme); yo, muerta de vergüenza como me encontraba, tuve que decirle que no solía soñar y que, si lo hacía, no lo recordaba. La verdad, nunca me había resultado vergonzosa mi falta de sueños, pero en ese momento me planteé si esa carencia representaba en cierto modo la escasez de cosas por las que yo creía que merecía la pena luchar, es decir, pensé que podría existir una relación entre el sueño fantasioso y el sueño como aspiración en la vida; fue entonces cuando me empecé a preguntar cosas, a pensar en cómo estaba llevando mi vida y qué esperaba de ella y, ciertamente, me desesperé. ¿Cuántas veces os habéis planteado si vais por el camino correcto o si estáis haciendolo que queréis con vuestra vida? Supongo que muchas. Sin embargo, ¿cuántas veces os habéis parado a pensar en cuáles serían vuestros sueños (como aspiraciones) en absolutamente todos los sentidos? Supongo que ya no tantas, ¿no?

Además de todas estas dudas, podemos encontrar estas personas que cambian de sueños demasiado frecuentemente o personas que una vez alcanzan su sueño se dan cuenta de que verdaderamente este no era el objetivo que perseguían.



La verdad es que nadie nos enseña cómo comportarnos, la vida no viene con un manual de instrucciones y esto de los sueños compone uno de los capítulos más complicados de exponer de esta. ¿Son los sueños algo natural? ¿Cada cuánto soñamos? ¿Qué marca aquello con lo que soñamos? Y así una larga retahíla de preguntas de complicada respuesta.



En este caso, mi pregunta era si los sueños, en concreto soñar más que los sueños, tenían relación con los sueños como aspiraciones. La verdad es que tras la pregunta de mi amiga estuve pensando bastante, me planteé un millón de preguntas (entre las que se encuentran las de arriba) y no llegue nunca a una conclusión, sin embargo vi necesario hacer un cambio en mi vida, empezar a soñar un poco en el aspecto de la ambición, no estar siempre esperando a que las cosas pasen y tú simplemente estés ahí para verlas pasar. A decir verdad, mi vida no ha cambiado demasiado, casi nada de hecho, pero en mi interior nada es igual, quizás sea solo casualidad, pero empecé a soñar, sueños que aparecen de vez en cuando y más vívidos que nunca y eso, en cierto modo, me da algo por lo que seguir y tener algo de esperanza porque quizás pronto todo empiece a ir bien o, al menos, algo mejor.

Releyendo todo esto, la verdad es que las partes carecen de coherencia cuando las lees como un conjunto, supongo que es lo que ocurre cuando te faltan palabras para expresarlo, pero lo que quiero decir es "que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son". En definitiva, en esta vida tenemos que aferrarnos a algo, algo que nos anime a seguir y nos permita poder intentarlo una y otra vez porque así seguiremos viviendo y, básicamente, de eso se trata la vida, de seguir segundo a segundo, minuto a minuto y así, sin parar.

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