8 de mayo de 2016

Objetivos: texto para deprimidos, dudosos y demás.

 "Nunca te duermas sin un sueño ni te levantes sin un motivo"

Todos tenemos un objetivo en la vida, algo que nos hace intentar superarnos día a día, que nos impulsa a seguir adelante con o sin el apoyo de los demás y, para esto, los errores solo son maneras de aprender el camino adecuado que, posiblemente, no será el más fácil. El problema es, ¿tenemos claro cuál es nuestro objetivo?

 

Existen personas que se conocen perfectamente, que saben qué quieren hacer, cómo y por qué; para algunos será conseguir el amor de una persona, para otros un puesto de trabajo, para otros salir de una enfermedad... y así indefinidamente, existen tantos objetivos como personas y es que cada persona es única y con ello sus pensamientos y las posibilidades. También merece la pena destacar que no existe algo así como el objetivo perfecto, aquel que nos aporte un 100% de nuestra propia esencia, que nos complete; quizás pienses que este objetivo podría ser la felicidad, pero qué es la felicidad sino un conjunto de pequeños objetivos que se han ido cumpliendo. Los objetivos pueden ser temporales y pueden dejarnos un vacío en caso de que los logremos, el típico "y ahora qué" que nos recorre cada punto del cuerpo sin excepción, pero quién dijo que el objetivo tuviera que ser único, está bien, hemos cumplido algo que nos motivaba, pero eso no es razón alguna para dejar de sentir ese pequeño impulso a seguir adelante que nos aportan los objetivos. 


Lo mismo ocurre cuando un objetivo falla, cuando después de seguir esos cientos de caminos posibles para llegar a él nada surte efecto (pongamos como ejemplo una persona que lleva años y años enamorado de otra y demostrándoselo a cada momento, dándolo todo por ella, etc.; y llegado el momento de la verdad la otra persona está enamorada de otro que no eres tú, pero enamorada hasta las trancas... ), esto te destroza y parece que nada merece la pena, los ánimos que antes tenías han desaparecido y con ellos los objetivos. En estos casos lo más útil es tener a alguien a tu lado, alguien que verdaderamente te recuerde qué es vivir y por qué deberías luchar, en este caso quizás deberías hacer que esa persona fuese algo así como tu mecenas y su deleite estará en que vuelvas a luchar por lo que tal vez deberías hacer de la felicidad de esa persona tu objetivo y seguir adelante, los nuevos objetivos llegarán, no te preocupes; otro caso es aquel en que las personas a tu alrededor no parecen darse cuenta de aquello que estás viviendo, esto es deprimente y como tal no es raro que si en un primer momento no sabes salir te deprimas, pero tranquilo, esto no tiene que ser siempre así. Hablo desde la experiencia cuando digo que el segundo caso es el pero, que los bajones y depresiones existen, que hay momentos en que dudas de tu propia capacidad para existir y seguir adelante, pero de alguna manera lo haces, sobre todo si eres consciente de tu propia situación, poco a poco empiezas a decirte que no puedes seguir así y o bien recurres a alguien o lo intentas mil y una veces por ti mismo, cayéndote casi tantas veces como te levantas; ¿difícil? Sí. ¿Imposible? No. Al final sales a flote, lo medio consigues y de nuevo hacia delante,lleva su tiempo, mucho, para qué engañarnos, pero merece la pena intentarlo.


"El éxito no está en vencer siempre sino en no desanimarse nunca".

En definitiva, no siempre vamos a saber cuál es nuestro objetivo, no es necesariamente fácil llegar hasta él y aunque exista el miedo al fracaso, lograrlo merecerá la pena y, si no se logra, nuevos objetivos aparecerán, ya se sabe que "la cosa es intentarlo". Mucha suerte.

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