28 de mayo de 2016

La generación del miedo y los medios.

"Para vivir una vida creativa debemos perder el miedo a equivocarnos".
Joseph Chilton Pearce.

Somos la generación de las redes sociales, la generación del inglés como segundo idioma, la generación de lo mainstream o TT(por sus siglas en inglés: Trending Topic) -en fin, la generación de las modas-, la generación que prefiere llevar una vida pública, la generación que no quiere relaciones pero quiere vivir todo lo que estas aportan, la generación que siente como cercanos a aquellos que están lejos, somos la generación de un largo etcétera. Sin embargo, también somos la generación del miedo, pero antes de juzgarlo dejad que me explique. 

Lo primero es decir que, obviamente, esto no es aplicable en todos los casos, que cada uno es como es y siente lo que siente, que unos cuantos no pueden hablar por los demás, que yo hablo por mí misma y por lo que he visto no una ni dos ni tres veces, sino más. Dicho esto, continúo.

El hecho de que muchos de nosotros hallamos decidido llevar una vida de alguna forma u otra más expuesta de la que pueden llevar otros de nuestros coetáneos, ni que decir de nuestros padres o gente de otros países, hace que muchos de nuestros aspectos personales sean conocidos y en ello se incluyen éxitos y fracasos. Muchas veces nos enfrentamos a nuevos retos con la intención de sacar algo de ellos, de lograrlos y tener éxito; de hecho, realmente dudo que alguien viva sin intentar tener éxito, en cualquier aspecto, no estamos hechos para buscar el fracaso. 


En este punto entra el concepto de miedo al que me refiero, no es un miedo al daño físico (que también existe, no lo niego), ni un miedo al futuro (aunque este probablemente sea uno de los temores a los que más a menudo nos enfrentamos y que más se ha desarrollado en los últimos años), tampoco es miedo a las grandes ilusiones, no; el miedo al que me refiero es distinto, miedo a las opiniones, a las pequeñas decisiones, a fallarse a uno mismo y a fallar a los demás, pero sobre todo miedo a no conseguir lo que quieres y lo que esto conlleva, una mala aceptación de la frustración. 

Hace no mucho me encontraba hablando con unas amigas cuando una de ellas mencionó que en pocos días se presentaba al examen de obtencion del carné de conducir -todas la queremos mucho y admirábamos de buena manera que se fuese a presentar-, lo siguiente que nos dijo fue que solo nos avisaría si aprobaba. Quizás sea una tontería, quizás sea tan insignificante que ni siquiera lo que yo interpreté fue lo que ella quiso transmitirnos, pero a mí me pareción un claro ejemplo del miedo al que me refiero. ¿Por qué? O sea, ¿por qué no avisarnos si el examen te ha salido mal? Somos sus amigas y como tales estamos para apoyarnos, ¿no? No entiendo esta manía que tenemos de querer guardarnos las cosas malas, el miedo a que si fracasamos nos juzguen y al final acabar juzgándonos nosotros mismos. Ojo, no lo entiendo, esto no quiere decir que no lo haga. Tenemos miedo a arriesgar porque si llegamos a fracasar seremos juzgados por otros o por nosotros mismos, no hemos aprendido que si fracasamos podemos volver a intentarlo y que quizás algún día lograremos lo que nos propusimos, no hemos aprendido a frustrarnos, nos lo han dado todo hecho y cuando algo no salía como queríamos simplemente cambiábamos el objetivo; nos hemos convertido en la generación del usar y tirar. Quizás suene fuerte, no lo sé, yo lo veo a diario, lo veo en mí, pero también lo veo en la gente. Veo a esa chica que sé que está perdidamente enamorada de un chico que también lo está de ella, veo esa chica que por miedo a fracasar nunca se decide, veo como el chico lo intenta hasta no poder más... veo el miedo, veo que para esa chica él siempre será su "usar y tirar" porque no se atrevió a dar el paso y luchar por lo que de verdad quería, porque le daba miedo lo que los demás pensasen o el posible fracaso, pero no solo él será de usar y tirar, todos lo serán, porque así es como ha crecido, usando y tirando, sin luchar, aceptando que si algo no viene a la primera, a la segunda no vendrá así que mejor buscar algo más fácil y dejarlo pasar. Esta chica no es el único ejemplo que veo, hay miles de personas que por el miedo a fracasar en algo, se frustran y no avanzan, no lo siguen intentando y, simple y llanamente lo dejan de lado y se van a lo fácil. 

Esta vez la pregunta es fácil, ¿es así como queremos seguir? ¿Queremos que algún día alguien nos pregunté el porqué de nuestra situación y que nuestra respuesta sea tan sencilla (y compleja) como un "tuve miedo y simplemente no lo intenté"? 

Sé que es difícil, que las cosas desde la barrera se ven mucho más fáciles, pero me incluyo cuando digo que esto lo superaremos juntos, que seremos la generación que en algún momento luchó por lo que quería y, recordad, como dice Joseph Chilton Pearce, "para vivir una vida creativa debemos perder el miedo a equivocarnos", así que perded el miedo, vivid la vida que queráis vivir (oye, que si queréis vivir una vida llena de miedo al fracaso, aquí cada loco con su tema...) e intentadlo, que no será fácil, pero algo habremos conseguido.


Nota: lo que escribo lo hago desde mi punto de vista, sé que hay gente que lo intenta, a la que aparentemente les da absolutamente igual la opinión de los demás (y si es así, ole por ellos), pero también sé que existe un porcentaje alto de personas que sufren algún tipo de miedo, a los que el rechazo, las críticas o el fracaso propio les asusta y creo que estas personas merecen que de vez en cuando alguien les recuerde que hay mil razones por las que merece la pena intentarlo.

Nota 2: 
Aquí os dejo una pequeña lista de fobias/miedos:
  • Atiquifobia: miedo al fracaso.
  • Sociofobia: miedo a la sociedad.
  • Agliofobia: miedo a experimentar dolor.
  • Cainofobia: miedo a fallar.
 

23 de mayo de 2016

Hoy es uno de esos tantos días...

ATENCIÓN: el siguiente texto es solo una carta de socorro, deprimente y de poco interés. Queda avisado todo aquel que la lea de que no es agradable, ni un texto con sentido, ni algo con final optimista; esta vez solo soy yo, tal cual.
 
  • Hoy es uno de esos tantos días en que vivo de bajón.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que luchar por algo me da igual.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que me encierro en una depresión.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que escribo para huir.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que no veo la luz al final del túnel.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que me limito a respirar.
  • Hoy es uno de esos tantos días en los que de verdad me gustaría saber que cuento con alguien.
  • Hoy es uno de esos tantos días en los que no quedan fuerzas.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que me planteo quién soy.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que no cuento con nadie.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que un abrazo lo hace todo.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que odio en lo que me he convertido.
  • Hoy es uno de esos tantos días de dudas.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que mentalmente no estoy.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que solo quiero desaparecer.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que el recuerdo duele más que alivia.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que el tiempo pasa despacio.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que callas más que hablas.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que exploto.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que lloro.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que nadie sabe quién eres en realidad y cómo estás.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que un "quiero que sepas que quizás no todo vaya bien pero yo siempre estaré" quizás no salve, pero ayude.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que estoy más rota que estable.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que estoy a un paso del abismo.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que las letras de las canciones me quiebran.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que contar con alguien no vendría mal.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que las expectativas no se cumplen.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que el "tic, tac" del reloj ya no suena.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que las gafas acaban empañadas del agua salada de las lágrimas.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que el futuro no es razón para intentarlo.
  • Hoy es uno de esos tantos días en que quizás la petición de socorro no llegue a nadie.
  • Hoy es uno de esos tantos días en los que, al final, solo quedará intentarlo.
  • Hoy es uno de esos tantos días en los que descubres.

En fin, hoy es solo uno de esos tantos días...

8 de mayo de 2016

Objetivos: texto para deprimidos, dudosos y demás.

 "Nunca te duermas sin un sueño ni te levantes sin un motivo"

Todos tenemos un objetivo en la vida, algo que nos hace intentar superarnos día a día, que nos impulsa a seguir adelante con o sin el apoyo de los demás y, para esto, los errores solo son maneras de aprender el camino adecuado que, posiblemente, no será el más fácil. El problema es, ¿tenemos claro cuál es nuestro objetivo?

 

Existen personas que se conocen perfectamente, que saben qué quieren hacer, cómo y por qué; para algunos será conseguir el amor de una persona, para otros un puesto de trabajo, para otros salir de una enfermedad... y así indefinidamente, existen tantos objetivos como personas y es que cada persona es única y con ello sus pensamientos y las posibilidades. También merece la pena destacar que no existe algo así como el objetivo perfecto, aquel que nos aporte un 100% de nuestra propia esencia, que nos complete; quizás pienses que este objetivo podría ser la felicidad, pero qué es la felicidad sino un conjunto de pequeños objetivos que se han ido cumpliendo. Los objetivos pueden ser temporales y pueden dejarnos un vacío en caso de que los logremos, el típico "y ahora qué" que nos recorre cada punto del cuerpo sin excepción, pero quién dijo que el objetivo tuviera que ser único, está bien, hemos cumplido algo que nos motivaba, pero eso no es razón alguna para dejar de sentir ese pequeño impulso a seguir adelante que nos aportan los objetivos. 


Lo mismo ocurre cuando un objetivo falla, cuando después de seguir esos cientos de caminos posibles para llegar a él nada surte efecto (pongamos como ejemplo una persona que lleva años y años enamorado de otra y demostrándoselo a cada momento, dándolo todo por ella, etc.; y llegado el momento de la verdad la otra persona está enamorada de otro que no eres tú, pero enamorada hasta las trancas... ), esto te destroza y parece que nada merece la pena, los ánimos que antes tenías han desaparecido y con ellos los objetivos. En estos casos lo más útil es tener a alguien a tu lado, alguien que verdaderamente te recuerde qué es vivir y por qué deberías luchar, en este caso quizás deberías hacer que esa persona fuese algo así como tu mecenas y su deleite estará en que vuelvas a luchar por lo que tal vez deberías hacer de la felicidad de esa persona tu objetivo y seguir adelante, los nuevos objetivos llegarán, no te preocupes; otro caso es aquel en que las personas a tu alrededor no parecen darse cuenta de aquello que estás viviendo, esto es deprimente y como tal no es raro que si en un primer momento no sabes salir te deprimas, pero tranquilo, esto no tiene que ser siempre así. Hablo desde la experiencia cuando digo que el segundo caso es el pero, que los bajones y depresiones existen, que hay momentos en que dudas de tu propia capacidad para existir y seguir adelante, pero de alguna manera lo haces, sobre todo si eres consciente de tu propia situación, poco a poco empiezas a decirte que no puedes seguir así y o bien recurres a alguien o lo intentas mil y una veces por ti mismo, cayéndote casi tantas veces como te levantas; ¿difícil? Sí. ¿Imposible? No. Al final sales a flote, lo medio consigues y de nuevo hacia delante,lleva su tiempo, mucho, para qué engañarnos, pero merece la pena intentarlo.


"El éxito no está en vencer siempre sino en no desanimarse nunca".

En definitiva, no siempre vamos a saber cuál es nuestro objetivo, no es necesariamente fácil llegar hasta él y aunque exista el miedo al fracaso, lograrlo merecerá la pena y, si no se logra, nuevos objetivos aparecerán, ya se sabe que "la cosa es intentarlo". Mucha suerte.

6 de mayo de 2016

¿"Feliz"?

El tiempo es una arma poderosa, el tic tac del reloj que nos va quitando segundos y momento y, precisamente por esto, hay que aprovecharlo. Tendemos a dejar las cosas que no nos apetece hacer para más tarde y puede que en algunos casos nunca lo hagamos, pero no buscamos con esa misma fuerza todo aquello que queremos hacer o soñamos. Una de las preguntas más virales en cuanto a psicología se refiere es esta, "Si hoy fuese tu último día, ¿qué harías que no estás haciendo?". La verdad es que la pregunta es complicada, nadie se detiene a pensar que el momento que está viviendo puede ser último, eso sería una visión bastante pesimista del mundo, sin embargo nada nos asegura que esto un día no vaya a ser así, por lo que no viene mal ponerse en esa situación de vez en cuando, solamente cuando sea necesario.



A ver... Pongámonos en situación... ¿Listos? ¡Ya!

  (...)

Tienes 24 horas para evaluar tu vida, 24 horas para decidir qué quieres hacer y qué no... Es difícil, eh. Una vez en situación, han pasado 20 minutos desde que sabes lo hay, a qué te enfrentas, ¿estás haciendo lo que verdaderamente quieres hacer? Sorprendentemente (o no), la mayoría optaría por hacer algo distinto a lo que está haciendo y no solo en un único ámbito de su vida; sin embargo también existirá alguno que sea perfectamente feliz con lo que hace. Feliz... Bonita palabra, ¿no? ¿Qué dirías que significa? Cada uno le dara un significado distinto a esta palabra, probablemente la felicidad para ti no sea lo mismo que para mí y, por tanto, alguien feliz tampoco será lo mismo para ambos, pero bueno, vámonos al diccionario y veamos qué es lo que pone:
 
Del lat. felix, -īcis.

1. adj. Que tiene felicidad.
2. adj. Que causa felicidad.
3. adj. Dicho de un pensamiento, de una frase o de una expresión: Oportuno, acertado, eficaz. Dicho, ocurrencia, idea feliz.
4. adj. Que ocurre o sucede con felicidad.
( http://dle.rae.es/?id=HjCSWig )

Como se puede comprobar es necesario referirse al concepto de felicidad para ser capaces de definir qué es ser feliz, así que vamos a las accepciones de felicidad:
 
Del lat. felicĭtas, -ātis.

1. f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
2. f. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz.
3. f. Ausencia de inconvenientes o tropiezos.
( http://dle.rae.es/?id=Hj4JtKk

¿Complicado? Yo diría que abstracto, como el nombre que describe e incluso un concepto cíclico, pues el de felicidad nos lleva a feliz y viceversa. En fin, voy a volver a lo que estaba diciendo, hay personas que son perfectamente felices con aquello que hacen, también perfectos infelices, ¿qué marca esta diferencia? Quizás sea el grado de complejidad que ha llevado nuestra vida, quizás nuestra educación, nuestro entorno o nuestra mente, quién sabe. Hay personas felices en la ignorancia, muy felices, pero también existen estas personas en la sabiduría aunque, aparentemente, esto son casos extraños. ¿Quiere esto decir que se vive mejor en la ignorancia? No. ¿Más felizmente? Quizás, o quizás no. Saber cosas nunca está de más, el problema recae en saber las cosas adecuadas y, más concretamente, en saber qué nos hace felices. Muchas veces nos encontramos tan saturados preocupándonos por todo el mundo, por saber qué es qué y qué no es, dónde pasa esto y dónde aquello,quién ganó noséqué, cuándo va a venir qué... Y así con una infinidad de cosas que nos impide centrarnos en qué queremos nosotros, en qué nos hace medianamente felices, cómo, con quién, cúando y por qué. ¿No parecen estas preguntas suficientemente importantes como para preocuparnos un rato y olvidarnos del resto? Muchas veces me preguntan si soy feliz y, la verdad, no lo sé, simplemente no me lo planteo, a veces solamente se me ocurre responder "si está pasando esto en este sitio y la gente sonríe y sigue adelante, ¿por qué yo no voy a ser feliz? Sería injusto no serlo", otra vez nos enfrentamos a la complejidad del concepto, quién te dice a ti que su felicidad sea incompatible con tu infelicidad; situación y contexto, señores, tienes que buscar aquello que verdaderamente te hace feliz, ya sea un lugar, una persona, una acción... lo que sea, no simplemente resignarte a que lo eres y luego estar comiéndote la cabeza por veintemil cosas, llorar sin razones o así. La felicidad depende de uno mismo, aunque en ocasiones otras personas sean necesarias y, aunque en ocasiones verse feliz pueda parecer egoísta, es necesario, quizás los demás necesiten a alguien que les enseñe a ser felices y no solo a pensar que lo son. Como es obvio, toda ley tiene su excepción y la felicidad no va a ser menos, habrá momentos en los que decaigas, en los que no sepas quién eres ni lo que quieres, momentos que pueden ser cortos o increíblemente largos..., pero precisamente por eso tienes toda una vida por delante, para recuperarte de los golpes y ser medianamente feliz ya, por desgracia, cada vez parece más escaso ver  gente feliz, verdaderamente feliz.

En definitiva, si me dieran 24 horas, aquello que haría es ser infinitamente feliz: estar con quienes de verdad importan, luchar por lo que quiero, etc. Eso sí, nunca me arrepentiría de lo que he sido o soy, he hecho o hago, quizás solamente necesite que llegue el momento concreto para ser feliz, pero ese momento llegará y aunque pienses que estás equivocado haciendo lo que haces, que la situación no cambiará, nadie sabe cómo será el mañana, así que date a ti mismo una oportunidad.

 

Sueños, la vida.

Nunca he sido una persona de mucho soñar, siempre he dormido poco y mal y en cualquier caso lo máximo que llegaba a tener eran pesadillas: monstruos que, como Mike Wazoski o Sully de Monstruos S.A., se escondían dentro de mi armario para en cualquier momento salir y asustarme.




Hace unos meses una amiga me preguntó sobre mis sueños, no lo hizo refiriéndose a aquello que quería hacer, a aquello en que quería convertirme o lograr, sino a estas imágenes que aparecen en nuestra mente mientras dormimos (o como lo define el diccionario de la lengua española en su versión online: Sucesos o imágenes que se representan en la fantasía de alguien mientras duerme); yo, muerta de vergüenza como me encontraba, tuve que decirle que no solía soñar y que, si lo hacía, no lo recordaba. La verdad, nunca me había resultado vergonzosa mi falta de sueños, pero en ese momento me planteé si esa carencia representaba en cierto modo la escasez de cosas por las que yo creía que merecía la pena luchar, es decir, pensé que podría existir una relación entre el sueño fantasioso y el sueño como aspiración en la vida; fue entonces cuando me empecé a preguntar cosas, a pensar en cómo estaba llevando mi vida y qué esperaba de ella y, ciertamente, me desesperé. ¿Cuántas veces os habéis planteado si vais por el camino correcto o si estáis haciendolo que queréis con vuestra vida? Supongo que muchas. Sin embargo, ¿cuántas veces os habéis parado a pensar en cuáles serían vuestros sueños (como aspiraciones) en absolutamente todos los sentidos? Supongo que ya no tantas, ¿no?

Además de todas estas dudas, podemos encontrar estas personas que cambian de sueños demasiado frecuentemente o personas que una vez alcanzan su sueño se dan cuenta de que verdaderamente este no era el objetivo que perseguían.



La verdad es que nadie nos enseña cómo comportarnos, la vida no viene con un manual de instrucciones y esto de los sueños compone uno de los capítulos más complicados de exponer de esta. ¿Son los sueños algo natural? ¿Cada cuánto soñamos? ¿Qué marca aquello con lo que soñamos? Y así una larga retahíla de preguntas de complicada respuesta.



En este caso, mi pregunta era si los sueños, en concreto soñar más que los sueños, tenían relación con los sueños como aspiraciones. La verdad es que tras la pregunta de mi amiga estuve pensando bastante, me planteé un millón de preguntas (entre las que se encuentran las de arriba) y no llegue nunca a una conclusión, sin embargo vi necesario hacer un cambio en mi vida, empezar a soñar un poco en el aspecto de la ambición, no estar siempre esperando a que las cosas pasen y tú simplemente estés ahí para verlas pasar. A decir verdad, mi vida no ha cambiado demasiado, casi nada de hecho, pero en mi interior nada es igual, quizás sea solo casualidad, pero empecé a soñar, sueños que aparecen de vez en cuando y más vívidos que nunca y eso, en cierto modo, me da algo por lo que seguir y tener algo de esperanza porque quizás pronto todo empiece a ir bien o, al menos, algo mejor.

Releyendo todo esto, la verdad es que las partes carecen de coherencia cuando las lees como un conjunto, supongo que es lo que ocurre cuando te faltan palabras para expresarlo, pero lo que quiero decir es "que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son". En definitiva, en esta vida tenemos que aferrarnos a algo, algo que nos anime a seguir y nos permita poder intentarlo una y otra vez porque así seguiremos viviendo y, básicamente, de eso se trata la vida, de seguir segundo a segundo, minuto a minuto y así, sin parar.