16 de abril de 2018

Texto corto.

Es una locura todo esto de que de repente aparezca alguien que te pone todo patas arriba, que te desordena las ideas, te obsesiona y te confunde, una y otra vez a un ritmo frenético.
Es una locura y una necesidad, nunca está de más que alguien te descoloque, a cualquier nivel. 
A veces estas locuras te liberan de la realidad, crean otra y te dan aire; otras, te lo quitan.
Ahora mismo no sé qué necesito, no sé si tengo el aire o estoy sin él, pero soy desorden, desorden en estado puro. Quiero huir, escapar de la realidad, del cómo ha cambiado mi vida en este mes, mes y medio, pero por otro lado tanto descontrol me llena, me completa a su manera.

Personas, personas que son descontrol y vida, que te vuelven locas aun estando cuerdas, que te colocan contra ellas y luego te enseñan a dar el golpe, aunque no sea el definitivo. Dos meses de personas, de suerte, de ti, de mí, de vosotras o nosotras, de nosotros... Dos meses de cambio. Ahora, ¿orden? ¿Eso cuándo? Quizás pronto, quizás seas tú. Ahora aire, color azul, huir y quizás de nuevo desorden.

10 de marzo de 2018

Partes de entropía.

'She's got bite marks on her tongue from all the things she never said'
Soy una persona que tiende a darle vueltas a las cosas incluso cuando son de lo más nimio posible. Conversaciones espontáneas de andén en andén, fragmentos de canción en el vagón, palabras sueltas, arte inacabado, artistas y no tan artistas... Todo me hace volar y ensimismarme, perder la conciencia del quién soy y pensar en nada y, a la vez, en todo. 

Nunca he sido una persona a la que le agradara llamar la atención, pero en muchas ocasiones por distintas razones la acababa llamando y, a veces, no para bien. He llegado a ser una persona conflictiva por mi genio, por no callarme las cosas y decirlas como las pienso pero, ¿y qué? Si cada uno está hecho de una forma y solo uno mismo puede decidir quién ser. 
Conflictos, al final todos los somos y los creamos. Partes de entropía, precioso desorden y caos.

Me gusta recrearme en mi caos, solo de vez en cuando, pero me gusta hacerlo. Creo que todos deberíamos, aunque solo fuera para saber cómo ponernos en orden de nuevo, si es que eso fuera posible, la verdad.




Llevo unos días siendo desorden, desorden en todas sus expresiones. He acabado con prejuicios y etiquetas y, a ratos, solo a ratos, he empezado a querer ser. Hace unos meses me hundía cuando me dijeron que, quizás, tendría que plantearme seguir haciendo ciertas cosas, cosas que me han dado vida durante demasiado tiempo. A día de hoy tengo esperanzas puestas en que el esfuerzo dé resultado y al final no sea tan malo aquello que estoy creando. En este último mes, quizás algo más, ha llegado gente a mi vida que me ha hecho (incluso sin ser consciente de ello, probablemente ninguno lo sea) muy muy feliz, me ha hecho luchar por algo e incluso me ha dado algo por lo que luchar cuando creía que eso ya no existía. Sin dar nombres, el otro día consiguieron hacerme llorar de emoción haciendo algo que debido a ciertos prejuicios había dejado de hacer y, de verdad, no sabéis lo bien que sienta. Ojalá todos consigamos emocionarnos algún día por ser capaces de hacer algo que no mucho antes veíamos imposible, quizás eso nos hiciese ver que, en realidad, podemos ser todo aquello que intentemos ser o, al menos, intentarlo.
Recuerdo que de pequeña quise ser bailarina, pero me decían que el arte no era lo mío. Recuerdo haber empezado en ajedrez "porque necesita algo para aprender a concentrarse y no ser tan nerviosa" (acabé siendo la única chica que competía a pesar de que nunca nadie creyó en que podría hacerlo). Recuerdo haber empezado a pintar porque "tienes que aprender a pintar, repítelo otra vez" era algo frecuente en mi día a día. Recuerdo haber empezado el volley siendo apenas una cría y ver cómo me dejaban de lado en alguna explicación porque "con tu estatura no puedes estar a la altura"... Y así podría poner cientos de ejemplos del "no podrás" que tanto he escuchado en mi vida y, qué queréis que os diga, quizás ninguna de estas cosas sea o haya sido lo mío, pero todo no podrás ha sido un prejuicio. A día de hoy, apenas hago alguna de las cosas que antes he descrito, pero siempre que lo hago lo disfruto porque he sido yo quien lo ha decidido. Quizás no triunfe, quizás sí, pero nadie te da el derecho a decidir sobre mí. No hay imposibles frecuentes, solo improbables normales, aquellos a los que muchas veces nos da miedo enfrentarnos pero que, si lo hiciésemos, quizás seríamos mejores de aquellos que nos frenaron (incluso si nos frenamos nosotros mismos).

Creo que todo este pequeño texto ha sido un caos, un caos acorde a mí y a quien he sido y sigo siendo, pero espero que se entienda y que nos haga tentar improbables y, sobre todo, no frenar a quienes lo intentan. 

7 de febrero de 2018

Yo.

Mi cabeza es un desorden constante, similar al bullicio de una gran ciudad con sus coches, su ir de aquí para allá y de allá para acá, su griterío, sus risas, sus llantos... Encontrar un punto sobre el que sostenerse dentro de este desastre es, cuanto menos, complicado, sobre todo cuando aparecen personas que en vez de ayudarte a ordenarlo, lo vuelven todo un caos mayor.

Hace un tiempo me preguntaba quién eres y creo que nunca obtuve ni obtendré respuesta. Supongo que es de esas preguntas difíciles de contestar y más aún de contestarse a uno mismo. Creo que nos vamos haciendo quienes somos en base a las decisiones que tomamos, aquello en lo que sentimos, aquellos con quienes somos y no solo estamos. Es cierto que a veces son necesarias las odiadas "etiquetas", pero qué pasa cuando tú mismo no te identificas con ninguna o, simplemente, no encajas en ellas. La riqueza está en la variedad (o eso dicen), así que encajemos o no, somos parte de esto, de una variedad más allá de lo que nuestros propios ojos ven.

A veces me gustaría que se rompieran un poco los estereotipos, aunque creo que es algo muy complicado de lograr ya que todos, consciente o inconscientemente, los tenemos en mayor o menor medida. Durante gran parte de mi vida he sido partícipe de los estereotipos que sobre mí caían, pero no negaré haber podido llegar a ser dañina con estereotipos sobre los demás. Me han abierto los ojos, me han enseñado a apreciar la realidad y lo bueno o bonito que hay en cada uno de nosotros, pero también lo malo y, contra todo pronóstico, lo malo de las personas me ha hecho llegar a apreciar todavía más a algunas de ellas. Necesitamos ser conscientes de nuestra realidad, de que no somos ni de lejos perfectos, somos personas sin más y sin necesidad de compararnos con nadie, aunque esto a veces nos resulte inconcebible. 

Entre las personas que más me hacen ser quien soy he de destacar a aquellos que me hacen reír, porque nunca, nunca, nunca me siento más yo que en esos momentos. Obviamente tengo momentos malos, como todos, pero hace tiempo que lucho por esconderlos y aprender a enfrentarlos yo sola (es obvio que soy un desastre y que no lo consigo, pero hombre, la intención está ahí); prefiero que se vea una versión más alegre de mí y es que nunca sabes qué estará pasando la persona que tienes delante para estar o no feliz. Estos últimos meses he encontrado más motivos para reír que para no hacerlo y he de dar las gracias a esas personas que han estado ahí, poniendo orden (o intentándolo) a ese desorden de sentimientos que se unía en mi cabeza. 

Sigo sin saber quién soy a ciencia cierta y creo, como ya dije antes, que nunca lo sabré, pero también poco a poco puedo ir descartando quién no soy y, sobre todo, con quién no soy. Sigo siendo ese desastre del principio, aunque quizás con ideas algo más claras dentro del desorden. Sigo siendo yo y, sin embargo, no soy nadie para decidirlo.

3 de enero de 2018

Reflexiones (navideñas).

Me gustan las personas que rompen los esquemas, personas que no te esperas, que aparecen por casualidad. Esas personas son especiales.
A lo largo de mi vida me he cruzado con alguna de estas personas y no siempre he sabido recomponerme del efecto que han tenido en mí. Una de estas personas, quizás un par, me rompieron en pedazos y cambiaron mi forma de ver el mundo cuando menos me lo imaginaba, me hicieron llegar apreciarme, llegar a apreciar las cosas que podía hacer, creer en mí y, además, creer en ellas.
Lo que no me esperaba era la aparición de una última persona, una persona que me ha roto tantos esquemas que no sé si alguna vez seré capaz de recomponerme, de volver a ver el mundo como yo lo imaginaba, cómo creía que era y es que, quizás, el mundo no fue nunca algo fijo, sino cambiante, en el que cada persona aporta una pieza del puzzle y cuando dos piezas se juntan puede ocurrir algo maravilloso, algo muy difícil de explicar y raro, realmente raro. Quizás algunos lo llaméis amor, pero no es necesariamente eso, puede ser una simple conexión mental, el sentirte tan identificado con otra persona que sea difícil no "ver" el mundo a través de dos pensamientos en vez de uno solo.
Esta vez no sé si he perdido a "mi" persona (no me gusta eso de "poseer" a nadie), pero estoy segura de que en este poco tiempo he ganado mucho más que una amistad: he ganado en mí, he ganado en ella, he ganado en visión y en diferencias. No creo que sea algo fácil de dejar ir, al contrario, pero a veces no hay una segunda oportunidad, por ello, os pido que si alguna vez encontráis a esa persona, se lo hagáis saber y, si podéis, no la dejéis ir.