20 de noviembre de 2017

Al descubierto.

"Esta es una noche perfecta para escribir un poco" y así noche a noche durante tres meses y medio. Siento la ausencia, de verdad que lo siento, sobre todo porque soy consciente de que a principios de año me propuse escribir cada mes. Sin embargo, admito que he estado muy abajo emocionalmente hablando durante estos dos últimos meses y que quizás no era el mejor momento para escribir.
El otro día empecé a escribir algo así:

"Creo que he empezado este texto entre cien y doscientas veces. Ninguna (y cuando digo ninguna lo digo de forma literal) me ha llenado, no me he sentido cómoda escribiendo esto y por eso lo he dejado cien veces a medias, sin acabar. Escribir, para mí, muchas veces ha sido cuestión de inspiración, de que llegara el momento adecuado, pero desde hace un tiempo no hay nada que me inspire a este nivel y es más cuestión de esfuerzo que de otras cosas. 

Hace un tiempo que me siento estancada, estancada a todos los niveles y así de estancada se ha quedado mi escritura.

Cuando empecé el curso me propuse que este año todo iba a cambiar, pero tres meses (todo septiembre, todo octubre y lo que llevamos de noviembre) después puedo decir que sí, todo ha cambiado, pero seguimos igual. A veces los pequeños cambios llevan a grandes cambios, pero otras los cambios son inapreciables en la vida general. "

A día de hoy vengo a hablaros de esos pequeños cambios y lo que conllevan. Sorprendentemente, todo lo que llevaba dentro estos dos últimos meses conseguí sacarlo, en cierto modo, en estos dos últimos días. Sí, dos meses en dos días, quizás suene un poco a locura, pero hoy me siento feliz, cansada, sí, pero feliz y eso llevaba mucho tiempo sin decirlo.

Cudillero, Asturias. Calma. 

En estos dos meses aún me pesaba un poco la falta de toda esa gente que me acompaña cada verano y todo lo que me llevo de cada uno, me pesaba porque, como ya he dicho más veces, sigo sin sentirme "en casa" aquí a pesar de llevar casi toda la vida por esta tierra, seguía sin encontrar a personas con las que ser yo, con las que mostrarme en confianza.

Como todo, creo que la vida se basa en rachas, estabilidad con bajones y subidas, lo importante es saber hacer frente a todo ello. Esto es algo que no he sido capaz de aprender nunca, siempre he sido de quedarme mucho tiempo en los bajones y no sacarle partido a las subidas, pero he decidido (cuánto me dure ya es otro tema) intentar cambiar eso y por esta razón me he decidido a escribir hoy, a abrirme, para recordarme cuando caiga que también se puede estar arriba, que también se puede estar bien.

En una semana vuelvo al hospital, a la rutina de las pruebas y demás y, aunque después de algo más de cuatro años en que las visitas han llegado a hacerse semanales debería estar acostumbrada, sigo nerviosa. Nerviosa por el qué pasará (y eso que sé que ya no hay nada más que revisiones) y sí, quizás esto también sea una razón para escribirlo. En cierto modo tengo miedo, miedo a no saber salir del aquí y ahora, a limitarme a pensar en pasado y no abrirme al futuro, futuro del que he borrado a mucha gente por miedo a hacernos daño o, quién sabe, quizás a hacérmelo a mí. Creo que siempre he vivido con miedo, un miedo irracional y una falta de capacidad para mantener a la gente a mi lado, miedo a que por una vez que te hagan daño todas vayan a ser así.

Soy consciente de que a día de hoy estoy donde estoy no solo por quien soy, sino por la gente que me ha acompañado a lo largo del camino, pero también soy consciente de que de este camino he echado a mucha gente que se merecía estar y quizás no haya dejado a nadie de verdad. Por eso quiero agradecer con el corazón a quien ha entrado y no se ha ido, a quien a pesar de los gritos, cabreos, ataques de ansiedad, inseguridades y demás, ha permanecido.

En estos dos meses he de admitir que ha llegado a mi vida gente que ha cambiado mi forma de mirar, personas que me han hecho reír a carcajadas (aunque también he llorado, lo admito), luchar por lo que creía y seguir adelante para llegar a lo que en estos dos días creo que he podido demostrar que puedo llegar a ser. De estas personas tan bonitas quizás ninguna lo lea, pero si vosotros lo leéis, quizás os sirva para apreciar a quienes tenéis a vuestro lado y puede que no se os haga tan tarde como se me hizo a mí, porque sí, pedir perdón es bueno, pero dar las gracias, a mí, me resulta increíble. Quiero seguir luchando mano a mano, conseguir ver que el camino tiene piedras, sí, pero que quizás no hay por qué sortearlas solos (oye, que algunas sí, tampoco hay que exagerar...) y quiero, por fin, ser feliz.

G R A C I A S.