3 de agosto de 2017

Corto.

Hoy siento que estoy de más, que estorbo y sobro, que no soy suficiente. Vuelvo a estar de bajón, hacía tiempo que no lo estaba, pero ya cansa. Quiero que alguien me coja por los hombros y me diga que todo va a ir bien, que me espabile y, si es necesario, me abrace, que ya hace tiempo que no me abrazan en condiciones.

Soy una persona que se satura fácilmente, que quizás no está preparada para enfrentarse a todas las hostias que le depara el camino, pero lo intenta y lo intentará siempre. Las relaciones, tanto de amistad como de pareja me saturan bastante; soy tóxica para todo el mundo, pero en especial para mí, siempre pienso que todos los demás son demasiado buenos y yo demasiado poco. No soy capaz de aguantar conviviendo con alguien más de unos días, luego me matan la costumbre, el orden y las normas y luego me quiero alejar de nuevo. Me cuesta mantener a alguien a mi lado y, quien permanece, se acaba marchando con el tiempo. Estoy en uno de esos días en que le doy vueltas a todo, cuando todo me sobrepasa y al final no soy capaz de pensar en nada concreto. Me veo con gente a mi lado y, a la vez, totalmente sola, no encuentro el apoyo en quien lo necesito y quien me apoya no está cerca.

Me alejo, me alejo y me vuelvo a alejar. He vuelto a dejar de lado las risas, el quererme y querer a los demás, ya no sé qué será de eso. Hace apenas una semana estaba dejándome querer, riéndome de más y queriéndole a él, queriendo a un imposible como sucede una y otra vez. ¿Alguna vez parará? ¿Pararé de caer en picado cuando estaba en lo más alto? No lo sé y creo que nunca lo sabré.
Quiero volver a quererme, quiero volver a ser esa niña que reía por lo más mínimo y a la que no costaba siglos sacarle una sonrisa. Quiero, quiero, te quiero, pero sobre todo a mí.